Alicia nunca había estado tan pletórica. Por fin las cosas iban bien por primera vez en su vida. ¡Tenía una nueva oportunidad!
Esperaba tranquila sentada observando por la ventana a los pájaros que se acercaban a beber agua en la fuente cubierta de nieve del patio del psiquiátrico. La asistente no tardaría en traerle la medicación. Dos pastillas blancas, una rosa y un sobrecito que sabía a rayos, pero que hacía que le invadiera una curiosa y agradable sensación de bienestar.
Sabía que lo que había hecho no estaba bien. Nada bien. De hecho había sido una atrocidad. Aunque no lo recordaba, le venían a la cabeza flashes de escenas oscuras y tétricas ¿de dónde había salido toda esa sangre? A sí, eso estaba claro. Toda esa sangre había salido de Juan.
Nadie sabía qué es lo que había visto en él. Era un tipo tosco y violento, poco atractivo y mucho mayor que ella que no tardó en convertir su vida en un infierno. Los días en los que sólo la insultaba o gritaba eran los mejores, pero también los más escasos. Normalmente le golpeaba y por fortuna sólo cuando llegaba muy ebrio cometía contra ella abusos mayores.
Pero ya no iba a aguantar ni una más. Esa noche cuando Juan le levantó la mano, algo se activó en su cabeza y ahí acabó todo.
— Aquí tienes tu medicación Alicia —dijo Sonia, la enfermera, haciéndole salir de sus pensamientos.
Alicia le respondió con una sonrisa, y se la tomó sin rechistar. La enfermera le miró con un gesto tierno. Todos allí sabían por lo que había pasado todos esos años viviendo con su maltratador, y aunque no aprobaban sus actos, muchos los comprendían.
— ¿Qué tal está yendo la terapia con el doctor? —le preguntó amablemente.
Alicia asintió con la cabeza y sonrió animada.
— El doctor es fantástico, me está ayudando un montón.
La enfermera asintió satisfecha.
— Estás mejorando mucho. Yo creo que cuando empiece el buen tiempo podrás incluso salir fuera del recinto a dar paseos por el patio.
Alicia la miró ilusionada como una niña.
— ¿De verdad? — preguntó y se volvió a la ventana. Ardía en deseos de sentarse en el banco de al lado de la fuente. Y quizás leer un libro o darle de comer a los gorriones.
— Claro que sí — respondió Sonia alegremente mientras se alejaba con el carro para atender al resto de los pacientes.
Alicia soltó un gran suspiro.
— Cuando empiece el buen tiempo — susurró para sí, pegada al cristal de la ventana.
Ya estaba empezando a hacerle efecto la medicación. Cerró los ojos y cogió aire. <<Cuando empiece el buen tiempo>> se repitió mentalmente. Tendría que esperar, aunque para ella los buenos tiempos ya habían empezado.
Reto 09: Tienes prohibido utilizar la palabra “locura”. Tu relato se desarrollará en un manicomio.
52 retos de escritura para 2018 de Literup - https://blog.literup.com/52-retos-de-escritura-para-2018
Esperaba tranquila sentada observando por la ventana a los pájaros que se acercaban a beber agua en la fuente cubierta de nieve del patio del psiquiátrico. La asistente no tardaría en traerle la medicación. Dos pastillas blancas, una rosa y un sobrecito que sabía a rayos, pero que hacía que le invadiera una curiosa y agradable sensación de bienestar.
Sabía que lo que había hecho no estaba bien. Nada bien. De hecho había sido una atrocidad. Aunque no lo recordaba, le venían a la cabeza flashes de escenas oscuras y tétricas ¿de dónde había salido toda esa sangre? A sí, eso estaba claro. Toda esa sangre había salido de Juan.
Nadie sabía qué es lo que había visto en él. Era un tipo tosco y violento, poco atractivo y mucho mayor que ella que no tardó en convertir su vida en un infierno. Los días en los que sólo la insultaba o gritaba eran los mejores, pero también los más escasos. Normalmente le golpeaba y por fortuna sólo cuando llegaba muy ebrio cometía contra ella abusos mayores.
Pero ya no iba a aguantar ni una más. Esa noche cuando Juan le levantó la mano, algo se activó en su cabeza y ahí acabó todo.
— Aquí tienes tu medicación Alicia —dijo Sonia, la enfermera, haciéndole salir de sus pensamientos.
Alicia le respondió con una sonrisa, y se la tomó sin rechistar. La enfermera le miró con un gesto tierno. Todos allí sabían por lo que había pasado todos esos años viviendo con su maltratador, y aunque no aprobaban sus actos, muchos los comprendían.
— ¿Qué tal está yendo la terapia con el doctor? —le preguntó amablemente.
Alicia asintió con la cabeza y sonrió animada.
— El doctor es fantástico, me está ayudando un montón.
La enfermera asintió satisfecha.
— Estás mejorando mucho. Yo creo que cuando empiece el buen tiempo podrás incluso salir fuera del recinto a dar paseos por el patio.
Alicia la miró ilusionada como una niña.
— ¿De verdad? — preguntó y se volvió a la ventana. Ardía en deseos de sentarse en el banco de al lado de la fuente. Y quizás leer un libro o darle de comer a los gorriones.
— Claro que sí — respondió Sonia alegremente mientras se alejaba con el carro para atender al resto de los pacientes.
Alicia soltó un gran suspiro.
— Cuando empiece el buen tiempo — susurró para sí, pegada al cristal de la ventana.
Ya estaba empezando a hacerle efecto la medicación. Cerró los ojos y cogió aire. <<Cuando empiece el buen tiempo>> se repitió mentalmente. Tendría que esperar, aunque para ella los buenos tiempos ya habían empezado.
Reto 09: Tienes prohibido utilizar la palabra “locura”. Tu relato se desarrollará en un manicomio.
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